EVANGELIZANDO HOY

Estudio Bíblico: (San Juan 6: 29) "La Obra de Dios y Su Orden" (Parte I)

ESTUDIO BÍBLICO:  (San Juan 6: 29) "LA OBRA DE DIOS Y SU ORDEN".

 

11- Febrero- 2014

“Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. (San Juan 6: 29).

¡ Amados Hermanos, poseyendo esa identidad espiritual de Cristianos, con frecuencia escuchamos que se habla sobre “LA OBRA DE DIOS Y SU ORDEN”, y pasando muchas veces, por incautos, no nos atrevemos a verificar, a examinar lo que se nos dice sobre este trascendental texto bíblico –es decir, aún teniendo a nuestro alcance, esa Escritura, inspirada por nuestro Dios, obviamos, aquella manifestación Divina: Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. (San Juan 6: 45) ; es esa bella Promesa, que por medio de aquellos Varones de Dios (Profetas), desde la antigüedad, nuestro Dios, nos hiciera; y que hoy está siendo cumplida por ÉL: “de que es el Padre Celestial, enseñándonos directamente”- y por ello, pasamos por alto, o mejor, nos sometemos a creer en la mayoría de las veces, sino en todas, en la locuacidad, palabrería de hombres engañadores, que buscando un bien, un beneficio propio, y no el favor para la Iglesia de Cristo, prevarican, haciendo mercadería de “LA PALABRA DE DIOS”!.

Por el Amor, que en Cristo Jesús, me acude por Ustedes, los exhorto a que hagamos parte de este Estudio Bíblico, concibiendo como propósito, el que tengamos una Guía Espiritual, que venga de nuestro Dios, y nos enseñe mediante su Santo Espíritu,  lo que concierna a Su Obra, y a Su Orden. 

LA OBRA DE DIOS.

“Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” (San Juan 6: 29).

Nos da a conocer, nos enseña, nuestro Señor Jesucristo, sobre cuál es la verdadera Obra de Dios: “esa Obra, que es el creer en Su Hijo Amado, el creer que Jesús, es el Pan de Dios, que es Aquél, que descendió del Cielo, y que da Vida al mundo  (ver San Juan 6: 33). Es así, que esa Obra de Dios, es “el creer en nuestro Señor Jesucristo”, quien ha sido enviado, por ÉL: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. “ (San Juan 8: 42). Por tanto, no existe otra Obra de Dios, diferente a esta: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” (San Juan 6: 35). Vemos como en el Nuevo Testamento, hay un sinnúmero de manifestaciones, que afirman esta Obra de Dios: Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (San Juan 6: 40). Es indudable, que la Obra de Dios, no es una obra natural (dícese de lo natural, lo que es mal llamado por la gran mayoría de denominaciones cristianas como “LO MATERIAL...LA OBRA O LAS OBRAS MATERIALES”, y digo mal llamado, puesto que, no existe dentro del Cánon Bíblico, palabra alguna con este nombre. Indícase, también de lo natural, significativo de carnal -mas sí es de estas últimas, dos formas, como se menciona dentro del Texto Bíblico- para referirse a las obras del mundo). De ahí, que no debemos hablar ya más “SOBRE QUE LA OBRA O LAS OBRAS DE DIOS, SON LAS OBRAS MATERIALES”; porque una cosa es discernir en cuanto a lo natural o carnal, que se refiere al mundo; y otra cosa, muy diferente,  es llegar a aseverar, que las obras hechas de mano de hombres, sean estas “obras del DIOS DE LOS CIELOS”. Cuando ya entendido y enseñado tenemos, que ¡“el creer en nuestro Señor Jesucristo...es la verdadera Obra de Dios”: De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.” (San Juan 6: 47)!. Y es que, quienes nos gozamos en la firme convicción de creer en Dios, ¡creemos también, en nuestro Señor Jesucristo!, pues Mandamiento, tenemos: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” (San Juan 14: 1). 

Amados, y nuestro Señor Jesucristo, acabó la “OBRA DE DIOS”, la que el Padre le dio para que la hiciese: Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” (San Juan 17: 4); “porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” (San Juan 17: 8 ). Y aunque acabada la OBRA, cual es “el creer en nuestro Señor Jesucristo”, esta continúa, por medio de nosotros: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” (San Juan 17: 20).  
LA ORDEN DE DIOS”.

Yendo de dos en dos, los enviados de Cristo, fueron a hacer la obra de Cristo, fueron a cumplir “LA ORDEN DE DIOS (ver San Marcos 6: 7). “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.” (San Marcos 6: 12). Nuestro Señor Jesucristo, mandó, dio como misión a sus doce discípulos, “el que predicasen el arrepentimiento”.

Pero, es necesario, que inicialmente se pueda definir el significado de arrepentimiento, y de golpe, también el de conversión, pues es conveniente, para nuestro aprendizaje sobre el Cánon Bíblico, que dentro de este Estudio, quede en claro y en firme, cuál es en verdad: “LA ORDEN DE DIOS”.

Las palabras: “ARREPENTIMIENTO y CONVERSIÓN”, son expresión de una verdad imprescindible, en cuanto a la historia de la Revelación Divina, es decir, de la manifestación de Dios, a nosotros los hombres.

1.   ARREPENTIMIENTO.

Corresponde dentro de la predicación del Evangelio, que el arrepentimiento sea un tema vital a tratar; observemos que, desde el tiempo en que Jesús, principia su ministerio, en su predicación fue manifiesta la exigencia, del arrepentimiento: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (San Mateo 4: 17). Al ubicarnos en el Nuevo Testamento, es notoria (por ser repetitiva) la expresión “ARREPENTIMIENTO”, la cual, en su generalidad, proviene del vocablo: “metanoia”, que en su traducción, significa o se refiere a “un cambio de actitud, cambio de modo de pensar, cambio de plan (modo) de vida”, (ver San Mateo 3: 2; 11: 20; San Marcos 1: 15; 6: 12; San Lucas 10: 13; 11: 32; Hechos 2: 38; 8: 22; 17: 30; 2 Corintios 12: 12; El Apocalipsis 2: 5, 16); es decir que, el arrepentimiento, no es sólo el sentir pena, o malestar por el pecado cometido. Hay una multiplicidad de citas bíblicas, que revelan la importancia de la doctrina del arrepentimiento, en el mensaje que nos da nuestro Señor Jesucristo, e igualmente, en el mensaje de sus discípulos. El arrepentimiento, es una necesidad para entrar en el Reino de Dios (ver San Mateo 3: 8; San Lucas 5: 32; Hechos 5: 1 - 10; 11: 18; 26: 20; Romanos 2: 4; entre otros tantos pasajes bíblicos). En cuanto al hombre, el arrepentimiento es el preciso iniciador de su experiencia de la gracia de Dios. Se presentan dos motivos para el arrepentimiento:

  • la bondad de Dios, que guía al arrepentimiento (ver Romanos 2: 4), y

  • el juicio que se avecina, en razón del cual Dios, manda a todos los hombres ahora que se arrepientan (ver Hechos 17: 30, 31); pero es de Su gracia y para Su gloria, que se abre esta puerta de retorno a Él (ver Hechos 11: 18). Él allega para sí, al hombre en Su gracia, con base, en que Su justicia ha quedado salvaguardada por la muerte de Cristo. De ahí que el testimonio divino es: “del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (ver Hechos 20: 21).

De otra manera, se habla de arrepentimiento, en relación con un cambio de pensamiento y de acción, allí donde no hay mal del que arrepentirse (ver 2 Corintios 7: 8 ). En conclusión, en cuanto al arrepentimiento, este define un cambio de mente hacia Dios, que conduce al juicio de uno mismo y de los propios actos (ver 1 Reyes 8: 47; Ezequiel 14: 6; San Mateo 3: 2; 9: 13; San Lucas 15: 7; Hechos 20: 21; 2 Corintios 7: 9, 10, etc.). Esto, no sería posible si no fuera por el reconocimiento de que Dios, es misericordioso.

Tengamos en cuenta, que el arrepentimiento: conlleva a la “conversión del pecador a Dios”.

 2.   CONVERSIÓN.

Corresponde en su traducción, al vocablo “epistrophë”, que significa “volverse a”. En cuanto al Evangelio, la conversión es el efecto, el resultado de nacer de nuevo, es “un volverse a Dios”: “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,” (1 Tesalonicenses 1: 9); “Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos.” (Hechos 15: 3); observamos, pues, que son magnánimos los tiempos y eventos, en que la conversión ha aflorado, se ha manifestado en los hombres, para que se “vuelvan al Dios de los Cielos”, y así como acaeciera con los Tesalonicenses, de cómo ellos, se convertían de los ídolos a Dios, para servirle al Dios Vivo y Verdadero. De igual manera, lo vemos en nuestros Hermanos Pablo y Bernabé, la manera como contaban sobre la conversión de los gentiles, a quienes se encontraban en Fenicia y Samaria. Y es que, es causante de gozo en Cristo Jesús, el tener noticia de que muchos hombres, se convierten a los caminos del Dios Altísimo. Aún, en la Antigüedad, hubo términos hebreos que tenían una análoga (equivalente) significación: “ser vuelto...volverse”:Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.” (Salmos 51: 13); “Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.” (Isaías 6: 10); “Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.” (Isaías 60: 5); “Sion será rescatada con juicio, y los convertidos de ella con justicia.” (Isaías 1: 27). En el estudio analítico de las Escrituras, puede verse como “el volverse al Dios Viviente”, se ha manifestado en todo tiempo, y lugar; lo que nos aproxima a decir que, indefectiblemente (evidentemente), la conversión, es el complemento del arrepentimiento, y ello, es el precursor (iniciador), de un camino, que da como resultado: “EL QUE EL HOMBRE, SE VUELVA, AL DIOS TODOPODEROSO”.

Y como se ha dicho, en todo tiempo, ha sido notoria la manifestación de la predicación del arrepentimiento: Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,” (Hechos 3: 19), es así, que el Hermano Pedro, culmina con una exhortación al pueblo: “invitándoles a arrepentirse de sus pecados, y a convertirse a Cristo”. En su Segunda Epístola a los Corintios, el Hermano Pablo, nos enseña que la tristeza que es según Dios, es para nuestro arrepentimiento: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.” (2 Corintios 7: 9); y es que al contristarnos para arrepentimiento, por esa tristeza que es según Dios, ese arrepentimiento es para salvación; pues, la tristeza que produce el mundo, no trae arrepentimiento, sino muerte: Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2 Corintios 7: 10). “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,” (Hebreos 6: 1), busca nuestro Dios, con esa conversión y arrepentimiento en nosotros, que lleguemos a la perfección, y que sigamos siendo participes del Espíritu Santo, y así, sigamos recibiendo bendición de Dios; ÉL, conoce todo sobre nosotros: lo que le es agradable y desagradable a ÉL; siempre está el Señor, buscando que haya en nosotros, conversión y arrepentimiento, aún, siendo paciente, y en espera de nuestra decisión: Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.” (El Apocalipsis 2: 21).

Resumiéndose, Hermanos, podrá decirse que: EL MENSAJE DEL EVANGELIO, INICIA CON UN “LLAMAMIENTO AL ARREPENTIMIENTO” VERDADERO. Pues, sin que se diera una conversión y un arrepentimiento, no se podría entrar en el Reino de los Cielos: “y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.” (San Mateo 18: 3).

La predicación de Juan el Bautista, iniciaba con la invitación al arrepentimiento, pero, también con la proclamación de que el reino de los Cielos, se había acercado: “1 En  aquellos  días  vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,...2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (San Mateo 3: 1, 2). Al practicar la doctrina del arrepentimiento “verdadero”, se cumple con una de las exigencias, para llegar a hacer parte del Reino, este no será jamás destruido, Reino, que permanecerá para siempre (ver Daniel 2: 44; San Mateo 4: 17). Y no solamente, la Predica, tanto anunciada por Juan el Bautista, como por nuestro Señor Jesucristo, exhortaba al arrepentimiento, y anunciaba que el Reino de los Cielos, se había acercado; también, indicaba que el tiempo se había cumplido, e instaba a creer en el Evangelio (ver San Marcos 1: 15).

También Juan el Bautista, afirmaba, bautizar en agua para arrepentimiento: Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (San Mateo 3: 11). Refiere, Juan, que el hecho de bautizar en agua, es para arrepentimiento, Mas el bautizarse en agua, es necesario, toda vez que este bautismo, es uno de los pasos hacia la salvación, y de hecho conlleva la conversión; no olvidando además, que, es el inicio, o mejor, la aspiración de una buena conciencia hacia Dios (ver 1 Pedro 3: 21). Además, de que el bautizarse en agua para arrepentimiento, es señal de que se cree en nuestro Señor Jesucristo, de que ÉL, es el Hijo de Dios: El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos 16: 16).

Es así, como “LA ORDEN DE DIOS”, es que en su nombre, se predique el arrepentimiento y el perdón de pecados: y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (San Lucas 24: 47). Y no basta solo con arrepentirse y convertirse a Dios, pues también, hay que hacer obras dignas de ese arrepentimiento: “sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.” (Hechos 26: 20); una de esas obras dignas de arrepentimiento, es predicar a Cristo, manifestando que ÉL, es el Hijo de Dios, hablar en el nombre del Señor.

Dios, quiere que procedamos a ese arrepentimiento verdadero, que seamos convertidos, vueltos a ÉL; y es por ello, que ha sido y es paciente para con nosotros, pues que no quiere que ninguno de nosotros, llegue a perecer, sino que quiere la salvación en nosotros: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3: 9).

CONCLUSIÓN.
Y esta es la Obra de Dios: "El que creamos en el que ÉL, ha enviado, es decir, que creamos en nuestro Señor Jesucristo, quien es el Hijo de Dios; que creamos que de ÉL, ha salido y que de ÉL, ha venido. Es esta: LA VERDADERA OBRA DE DIOS".

La
Orden de Dios, Hermanos, que prediquemos que los hombres se arrepientan.

NOTA
.

q  Las citas bíblicas, se encuentran en color azul;

q  El diálogo (comentario) de nuestro Señor Jesucristo, es representado en color rojo; y

q  El subrayado dentro de estas citas bíblicas, está fuera de texto (es decir, subrayado por mí). 

Amados, que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios el Padre, y la guía del Espíritu Santo, estén con Ustedes.

Este Estudio, continúa en su Parte II. 

evangelizandohoy.es.tl

 

"predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento." (Hechos 28: 31).

 

 

 

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